La alfalfa pertenece a la familia de las Leguminosas. La temperatura media anual para la producción de alfalfa está en torno a los 15º C. Siendo el rango óptimo de temperaturas, según las variedades de alfalfa entre los 18 y los 28º C.
El manejo del riego en el cultivo de alfalfa cobra una importancia vital, ya que la alfalfa es sensible al encharcamiento por asfixia radicular. El riego por aspersión en un cultivo de alfalfa, al presentar éste un porcentaje de sombreo del 100% apenas difiere en cuanto a eficiencia del resto de sistemas de riego ya que mediante este sistema de riego, la velocidad de aplicación de agua de los mismos es menor, evitándose así encharcamientos.
El riego por aspersión en alfalfa, a su vez asemeja las condiciones de aplicación a la misma lluvia natural. El riego por aspersión en alfalfa presenta múltiples ventajas como: la limpieza mediante el riego de la superficie de las hojas mejorando la eficiencia de las plantas de alfalfa, el riego por aspersión en alfalfa permite tanto luchar contra las heladas como reducir la temperatura de las plantas de alfalfa, luchar contra las plagas simplemente con la aplicación del riego, e incluso añadiendo al agua para el riego mediante aspersión los fitosanitarios que precise el cultivo.
El sistema de riego por aspersión presenta múltiples ventajas frente al resto de sistemas como la durabilidad y fiabilidad, facilidad de mantenimiento, independencia de mano de obra especializada, facilidad de almacenaje, coste/ha del riego por aspersión, valor de venta residual, etc frente al resto de sistemas de riego.
El factor limitante en el cultivo de la alfalfa es la acidez. El pH óptimo del suelo para su cultivo es de 7.2, debiéndose recurrir a encalados cuando el pH baje de 6.8. La alfalfa es muy sensible a la salinidad, requiere suelos profundos y bien drenados.